Bandeja de cerámica del País Vasco francés. 1880. Adquirida a un anticuario de San Juan de Luz. En los lados figuran las siluetas de dos ballenas, ya que en ese puerto se pescaban esos cetáceos en el siglo XIX
Hace poco les hablé de mi ilusión por coleccionar objetos relacionados con la gastronomía: guías, menús, ceniceros y libros de viajes. En esta ocasión haré mención de las vajillas en general o de hoteles y restaurantes… otra de mis pequeñas locuras, ya que ocupan mucho espacio en casa y… lo que es peor… a veces resultan muy caras.
Langenthal (Suiza) 1944
Deteniéndome en los libros de historia, reparo en que la vajilla de porcelana no se introdujo en Europa hasta el siglo XVII. Los ingleses tenían la exclusiva de su importación y la materia prima empleada en su elaboración sólo se encontraba entonces en China: el caolín. De esta sustancia mineral fundida con el feldespato a 1.250º se obtenía la porcelana. Con el posterior hallazgo, tanto de la materia prima como de la tecnología, la vajilla se abarató, generalizándose el uso.
Hôtel Meurice 1960
Al igual que los ceniceros, colecciones muy usuales por la facilidad de traerlos en las maletas, las vajillas (platos, tazas o bandejas) han sido siempre objeto de deseo. A mayor importancia del establecimiento -y más antigüedad-, más se incrementa el valor de la pieza. No es lo mismo un plato actual de la vajilla de alguna cadena hotelera, que una bandeja de Limoges del Hotel Ritz de París fechada a principios del siglo pasado.
Plato que se entregó a los asistentes a la Convención de la Asociación de Hoteles de América, durante un viaje realizado a Europa en el año 1926
Cuando visito una ciudad, los anticuarios me atraen tanto como los museos. A veces se pueden encontrar auténticas gangas con las que disfrutar a nuestro regreso a casa.
Detalle de un plato del Hôtel du Palais de Biarritz de principios del siglo XX
El resultado es variopinto y poco recomendado cuando se reciben visitas, pero no deja de ser cuando menos chocante ofrecer a nuestros invitados unas aceitunas en un platito del Hôtel de París de Montecarlo o unas anchoas en una bandeja del restaurante Maxim´s de los años 30 del ya lejano siglo XX. Puede no resultar chic o fashion (como escribirían en las páginas de moda), pero al menos se le da un toque de originalidad a la velada… y, por qué no, un posible tema de conversación.
Plato fabricado en 1917
Pero como una imagen vale más que cien palabras, les he insertado algunas fotos de piezas de mi colección particular, que por cierto no para de crecer.
Texto y fotos: Eduardo Bueso (copyright)
Salsera del Sheraton East de Nueva York (1966)