Imagen realizada el pasado sábado, desde el monte Igueldo. (Foto: Eduardo Bueso)
Los lectores ya saben mis gustos: viajes cortos al norte de España y comer lo mejor posible. La pasada semana gozamos de unos días de relax por tierras guipuzcoanas.
Como estamos en plena canícula y posiblemente estéis de vacaciones, me limitaré a señalar los restaurantes y aquel que tenga interés en alguno en particular puede introducirse en su página web.
El primer día nos alojamos en el Hotel Iriarte Jauregia, muy cerca de Tolosa. Se trata de un palacio del Siglo XVIII restaurando justo hace ahora diez años. Un autentico lujo en medio de uno de los paisajes más bellos y majestuosos del ya muy atractivo País Vasco interior.
Paisaje que se divisa desde la habitación 104 del hotel Iriarte Jauregia. (Foto: E. B.)
Para almorzar, nos dirigimos a Albiztur (a 4 kilómetros del hotel), capital mundial de las alubias de Tolosa. Allí hay tres caseríos que compiten entre sí para ser los mejores.
Restaurante Elane de la villa de Albiztur (Guipúzcoa). (Foto: E. B.)
Este año repetimos en Elane. Posee un pequeño y acogedor comedor, donde nos sirvieron lo típico: ensalada (con tomate y lechuga del propio caserío –un gran lujo-) y las alubias con todos sus sacramentos (berza, morcilla, costilla de cerdo, chorizo y guindillas). El servicio por parte de su propietaria Mari Carmen Dorronsoro, no pudo ser más amable y profesional.
Alubias que degustamos en Elane. (Foto: E. C.)
La cena la realizamos en el propio hotel, concretamente en su restaurante de nombre Bailara, cuya cocina, la dirige el chef mexicano Enrique Fleischmann.
Restaurante Bailara, del hotel Iriarte Jauregia. (Foto: E. B.)
Fachada del hotel Iriarte Jauregia. (Foto: E. B.)
Por la mañana, tras disfrutar del magnífico desayuno del Iriarte Jauregia, partimos hacia San Sebastián (media hora de ruta).
Zona de frutas del bufet del Iriarte Jauregia. (Foto: E. B.)
“Nuestro” hotel (habitual) es el NH Colección Aranzazu, situado en el barrio de Ondarreta. Posee varias cualidades que me convencen para repetir: Está ubicado a la entrada de la autovía de Pamplona, por lo que no tengo que cruzar la ciudad, se accede directamente al parking, el check-in lo realizan con rapidez y amabilidad extremas, las habitaciones han sido (muy bien) reformadas recientemente, posee un buen restaurante (se llama Kukuarri) y un amplio y bien montado bar, abierto permanentemente (salvo horas nocturnas).
Confortable habitación (Nº 104) del NH Colección Aranzazu. (Foto: E. B.)
Para almorzar: Asador Rekondo, en la subida a Igueldo (a 5 minutos en taxi). El lugar es de los más atractivos y lujosos de Donosti, por detrás de Arzak y Akelarre, pero con una cocina mucho más tradicional.
Uno de los comedores de Rekondo, el pasado viernes. (Foto: E. B.)
La visita a la bodega (según dicen es la tercera de Europa, no solo en número de botellas sino en su originalidad), es casi obligatoria para el deleite de los amantes del vino.
Una de las múltiples estanterías de la magnífica y excepcional bodega del restaurante Rekondo. (Foto: E. B.)
Delicioso txangurro al horno de Rekondo. (Foto: E. B.)
Cenamos en el restaurante Kapela, también cercano al NH Aranzazu (a un minuto a pié). No esperen platos sofisticados, pero comerán (o cenarán) con productos locales de altísimo nivel, amabilidad a raudales por parte de su propietaria y, algo muy importante, una excelente carta de vinos y cavas (no olvidemos que son distribuidores de bebidas y alimentos para otros restaurantes).
Comedor del restaurante Kapela. Como se aprecia en la foto no es lujoso, pero posee una buena cava de vinos… y se come bien. (Foto: E. B.)
El día siguiente amaneció con una intensa lluvia. Tuvimos que cambiar de planes. Anulamos (y dejamos para septiembre) Aldanondo (ya les contaremos) y nos acercamos a tomar un menú sencillo, pero muy agradable (y económico) en el restaurante Gasteiz (casi frente al hotel).
Asador Portuetxe, situado en el barrio de Igara de San Seastián (Foto: E. B.)
Ya por la noche, con un clima más apacible, acudimos a uno de los asadores imprescindibles (para mí): Portuetxe. Hay que ir en taxi (a poco más de 5 minutos). Allí se puede degustar todo lo mejor de los caseríos: pescados y carnes rojas a la parrilla (situada como Dios manda en el exterior, al aire libre). Y muchas más sugerencias, todas de gran calidad.
Parrilla situada a la derecha de la entrada al restaurante Portuetxe. (Foto: E. B.)
En septiembre volveremos a San Sebastián. Seguiremos informando sobre nuevos descubrimientos gastronómicos.
Texto y fotos: Eduardo Bueso (ambos copyright)
El «Peine del Viento» obra de Chillida, el pasado sábado. (Foto: E. B.)