Ser diferente o morir. Con esta filosofía abrió recientemente sus puertas en Zaragoza el gastrobar Mandanga de la Buena, ubicado en calle Contamina número 7, en pleno casco histórico. Para mostrar su interesante y genuina propuesta gastronómica ayer se organizó un encuentro gastronómico ‘para chuparse los dedos’ con prensa especializada, influencers y blogueros.
El polifacético Óscar Vicente, más conocido como Antílope, presentó ayer su nuevo proyecto gastronómico: el gastrobar ‘Mandanga de la Buena’. Tres plantas, tres ambientes y tres momentos diferentes para disfrutar del ocio sin salir de un mismo espacio: vermut, restaurante y coctelería.
En la primera planta, la vermutería al más estilo ‘teleclub’, donde se pueden degustar recetas tradicionales con el huevo-gamba en sus diferentes versiones, así como salmueras “colgadas” de su anzuelo, torreznos de Soria o croquetas de huevo frito y trufa blanca.
Bajando las escaleras, en la segunda planta nos espera un peculiar restaurante con cocina descubierta y curiosa decoración, donde se pretende volver a la esencia de la comida, chupándonos los dedos literalmente: se come de picnic y no hay platos ni cubiertos.
Ayer, en concreto, los invitados pudieron degustar una selección de los platos estrella que integran sus ‘Japy mil’, sus particulares pícnics. Entre ellos destacaron sus patitas de calamar crocante, pastelito Arzak con mayonesa de yuzu, zamburiñas-coco-sriracha, tartar de salmón en crujiente de pan de sal y bombón de civet de ciervo, mistela y ciruelas. También probaron el muslito de codorniz cremoso, cogollico tierno con tzaziki, costilla de cerdo lacada en teriyaki, Loly pop de foie y caramelo de higo, y ‘mini-patata de las ferias’. A continuación llegó el turno de tres de los platos de carta: cangrejos de piel blanda en tempura, risotto de pastina con jamón de Parma y albóndigas de buey con salsa de foie.
Como postre ‘Drácula ¡Qué cabrón!’ y un helado de vainilla, granizado de frambuesa y gel de coca-cola.
Para terminar, no podía faltar la visita a la tercera planta, situada en el sótano del local: la coctelería Salou.
Un chiringuito de lo más original, con fina arena de playa en el suelo y el sonido del mar potenciando los sabores de los cócteles que se sirven como la ‘pomada’: ginebra de Menorca con granizado de limón, enebro y cardamomo.
Al frente de esta innovadora propuesta, como ya hemos comentado, está Óscar Vicente, más conocido como Antílope en la escena musical, quien ya es propietario de otros dos espacios de ocio: el gin-club ‘El Poeta Eléctrico’ y la sala ‘Viva la Vida’. Su tercer proyecto, Mandanga de la Buena, está íntegramente decorado por él y supone la ilusión de explotar su otra faceta: la gastronomía.
Tras estudiar en la Escuela Superior de Hostelería de Teruel, recorrió distintos restaurantes del país e incluso fue Chef Ejecutivo en China, dedicándose a asesorar la apertura y evolución de hoteles y restaurantes. También pasó por la cocina de El Festín de Babel y otros importantes restaurantes en Zaragoza, al mismo tiempo que formó a otros profesionales en Horeca durante siete años.
Fotos: Eduardo Bueso