Fernado Mora: Master of Wine
Dos años después de su nacimiento, y con más de noventa puntos Parker en su haber, se ha presentado ante el público la bodega Cuevas de Arom, situada en la DOP Campo de Borja, que tiene a la garnacha de viñas cuidadosamente seleccionadas como emblema.
Fernando Mora, que precisamente ese mismo día conoció que ya era Master of Wine, es uno de los socios del proyecto, junto con el enólogo Mario López y el abogado Francisco Latasa. Los tres pusieron en marcha en 2013 Bodegas Frontonio, en Épila, IGP Valdejalón, y ha reinvertido todo en este nuevo proyecto que, de alguna forma, supone una vuelta a los orígenes.
Pues Fernando Mora, de formación ingeniero aeronáutico, abandonó su trabajo en molinos de viento para convertir su pasión en oficio, iniciándose precisamente en la elaboración con uvas de Ainzón. Cuevas de Arom nace porque «con Frontonio era difícil competir en precio», de forma que adquirieron una cueva tradicional en dicha localidad del Campo de Borja, «para seguir haciendo lo que mejor hacemos, garnacha». Era 2015 y eligieron precisamente las laderas de Ainzón porque «esconden algunos de los mejores viñedos, a 700 metros de altitud, con viñas viejas, mucho sol y poca agua». Y, de paso, contribuyen a que no se pierda este patrimonio vitivinícola de la zona.
Cuevas de Arom poseen un novedoso concepto, del subterráneo –underground– a las alturas: «elaboramos bajo tierra garnachas de altura». Pues, como reconoce Mora, «aunque la garnacha tiene su cuna en el valle del Ebro, aquí no hacemos las mejores». Y ese es el empeño de Cuevas de Arom.
Ahora salen al mercado sus dos primeros vinos, que ya han obtenido el reconocimiento de expertos como las guías Parker y Peñín.
Así, de esta primera añada, la 2015, salen ya al mercado las 13.145 botellas elaboradas de As Ladieras –91 puntos Parker–, garnachas de viña vieja cultivadas en laderas, criadas en barricas de 500 litros y en cemento.
Por su parte, Os Cantals -92 puntos Parker- está elaborado con garnachas procedentes de un único viñedo de viñas de más de 70 años, donde «las piedras apenas dejan ver la tierra». Ha sido criado en toneles y huevos. Son 3150 botellas, que atesoran un vino con más especias y fruta más madura, donde la madera aparece presente, con tinos ahumados, de vainilla.
El proyecto se completará con dos vinos más. Uno más popular, el Pedraforca, que llegará al mercado en marzo del próximo año, y el más alto de la gama, Tuca Negra, que estará listo en las navidades de 2018.
Y ha nacido con excelentes perspectivas, ya que el 80 % de su producción está vendido en Francia, Estados Unidos, Bélgica y Dinamarca, además de España, merced al trabajo previo de las muestras ofrecidas a los distribuidores, amén de la valoración de la guía de Parker, más de noventa puntos, algo excepcional en una primera añada.
Fotos: Gabi Orte “Chilindrón”