Por Ana Coscujuela Vigo
Esta vez descubriremos algunos de los sitios más singulares del condado situado al suroeste de Gales, Pembrokeshire. Comenzaremos explorando el castillo Carew, pero antes nos detendremos a observar una enorme cruz celta del siglo XI, decorada con abundantes motivos celtas y escandinavos. Ahora sí, nos adentramos en la imponente fortaleza de origen normando, que fue heredada por diferentes familias nobiliarias. Cada linaje plasmó su huella en la arquitectura del castillo. Un ejemplo son los tres escudos de armas del periodo Tudor, bajo una de las ventanas principales, que datan aproximadamente del año 1500. Uno pertenece a Catalina de Aragón, prometida desde su infancia con Arturo Tudor. El príncipe falleció a los pocos meses de casarse. Catalina, la princesa viuda de Gales, fue entonces desposada con el hermano menor, Enrique, que pasaría a la historia como Enrique VIII. Otro de los detalles que destacamos es el respeto a los actuales moradores del castillo, los murciélagos. Durante todo el recorrido encontramos pequeños carteles que explican las características de estos mamíferos voladores. Además, también disfrutan de una torre en exclusividad para que los visitantes no perturben su descanso.
A pocos kilómetros se encuentra el impresionante castillo de Pembroke, rodeado en tres de sus partes por una ría. Otra población que cuenta con castillo es la pintoresca ciudad costera de Tenby. Curiosamente, estos castillos se erigieron tras la invasión y conquista normanda, para defenderse de los galeses. En el caso de Tenby, el casco antiguo está amurallado y cuenta con estrechas calles repletas de comercios y pubs. En la misma línea de playa se encuentra el fuerte de la isla de Santa Catalina, con la peculiaridad de que cuando sube la marea, el bastión queda aislado. En cuanto a la gastronomía, el principal producto local es el pescado fresco. De hecho, en el puerto hay un puesto en el que venden berberechos servidos en tarrina, para ir picando, como el que se toma un helado. Otro plato estrella es el cordero asado con salsa de menta, que proviene de las verdes praderas que rodean este territorio.
Seguimos nuestro camino para pasear por una de esas playas de película, Marloes sands. Y no, no nos equivocamos, ya que aquí se rodó la carga a caballo de Blancanieves y la leyenda del cazador. Entre abruptos acantilados y largas playas de arena cuesta imaginar cómo accedieron con todo el equipo de rodaje y la caballería a este recóndito lugar. Entre los impresionantes estratos verticales destacan las denominadas “tres chimeneas”, consideradas como área de interés para los geólogos.
Y lo mejor lo reservamos para el final, un viaje en barco a Skomer Island para ver a los carismáticos frailecillos, los también denominados puffins. Por cierto, ¿Sabéis qué tienen en común los frailecillos y los conejos? Pues resulta que ambas especies habitan en madrigueras. Este es un motivo suficiente para no salirse del camino, puesto que la isla parece un queso gruyère. También es un paraíso para otras aves marinas, como el alca o el arao. Aunque si hay que destacar una, esta sería la pardela pichoneta, debido a que aquí anida la población más importante del mundo. La educación y el respeto hacia la naturaleza nos dejan imágenes y momentos únicos. Poder contemplar estos ejemplares en su hábitat natural, a tan apenas unos metros, es una sensación indescriptible.
Fotos: Ana Coscujuela & Néstor Moreno