Playa de Ondarreta en San Sebastián, el pasado verano. (Foto: E. B.)
Desde San Sebastián
Por Mikel Corcuera
Premio Nacional de Gastronomía
Hay una cantinela habitual que a fuerza de repetir su contenido falaz (o al menos muy exagerado), se convierte en una “medio verdad” simplista aceptada por muchos diletantes. Se trata de la imputación que se hizo (sobre todo en sus comienzos) a la Nueva Cocina Vasca -que se agudiza hoy día con el triunfo de las corrientes minimalistas- y que, se puede resumir con la lapidaria frase de: “plato grande, ración pequeña”.
«Plato grande, ración pequeña» (Foto: E. B.)
El colmo de esta obsesión la tenemos en el dato constatado personalmente de lo que podemos llamar “glotonería virtual”. Se trata de ciertos lectores de recetas (publicadas habitualmente en la prensa por distinguidos chefs) que como comensales imaginarios se quejan abiertamente de las exiguas raciones mostradas en las fotografías.
Miniplatos que evidentemente se ejecutan así sólo por motivos estéticos, Es decir, para hacer fotogénica de la receta y no para llenar la andorga de esos lectores, al parecer poseídos del síndrome de la posguerra. Verdaderos “carpantas”, obsesionados por lo general más por el ande o no ande.
Entrada a los jardines del Hôtel du Palais de Biarrtiz. Actualmente se encuentra en completa reforma. Dicho establecimiento abrirá totalmente renovado el próximo mes de julio. (Foto: E. B.)
Por otra parte, el escritor gallego Julio Camba en su célebre articulo “La gula eclesiástica” colocaba en cabeza del pelotón de los comilones a dos “especies” bien diferentes: los terratenientes escoceses y los curas gallegos. Y en tal sentido dice: “los curas gallegos como los terratenientes de Escocia tienen siempre la casa llena de vituallas… ”La despensa del cura viene, pues, a ser algo así como una síntesis de todas las despensas parroquiales”. Con mucha ironía, el escritor pontevedrés apostilla que “si bien es verdad que los curas comen mucho, no lo es, en cambio que coman tanto. Desde las doce de la noche , por lo menos, hasta las seis o siete de la mañana, en que dicen su misa , no pueden los pobres tomar nada más que chocolate” y eso gracias al sabio Escobar quien decidió que «liquidum non rumpit jejunium” Traduciéndolo interesadamente como «el liquido, (en vez del agua), no rompe el ayuno».
Texto: Mikel Corcuera.
Fotos: Eduardo Bueso (copyright)
Comedor «La Rotonde» del Hôtel du Palais. (Foto: E. B.)