Como ya anticipé a los lectores, recientemente he editado un libro que le di el nombre de “Juegos Palabrares”. Dada su limitada edición, prácticamente no poseo más ejemplares. Como han sido muchos los que no lo han podido conseguir, a expensas de que realice una segunda edición, cada semana subiré un capítulo a este magazine de Lugares con Estrella.
Aquí adjunto el capítulo 4 de un total de 11.
Espero que les resulte agradable su lectura.
Miró tan fijamente al sol que este optó por ponerse unas gafas de ojos.
Armani, en un momento de locura, diseñó camisas de fuerza.
Los pavos reales tienen el alma de chicas de cabaret.
La triste rosa se suicidó clavándose sus propias espinas.
En cuanto le tocó la lotería, se puso a trabajar hasta que se arruinó.
Tanto se asustó la gallina, que se le puso la piel de hombre.
Cuando se despojó del traje de presidiario, se le quedó la piel a rayas.
Varios melones formando equipos se pusieron a jugar al rugby unos contra otros.
Le regalaron una máquina de fabricar sueños, pero nunca logró averiguar cómo se ponía en marcha.
Al entrar a formar parte como académico de astronomía, se dio un golpe en la cabeza y vio las estrellas.
Aquella limpia astronauta, no paraba de recoger toda la basura espacial que podía.
¿Por qué se denomina oficina de objetos “perdidos”, en lugar de “encontrados”?
El egoísta tomó una determinación y nunca la devolvió.
Al neumólogo le avisaron que en realidad era un neumático.
Visitando el Vaticano, se le fue el santo al cielo y lo canonizaron.
En lugar de aguardiente le sirvieron agua templadita.
Entró a trabajar en eléctricas por enchufe.
Los soldados en lugar de beberse la botella de un tirón, se la bebían de un tiro.
¡Sal¡ Pidió el cocinero a su pinche. Y éste se fue.
Bebo Valdés resultó ser abstemio. Y al “Cigala” no le gustaba el marisco.
El amor por su novia le rompió el corazón al cardiólogo.
En cuanto llegó a Murcia se dio cuenta el marciano que se había confundido de letra.
Al enano del circo lo pusieron de patitas en la calle.
Aquel paciente le cayó muy gordo al dietista.
Como fue un toro estupendo, en lugar de banderillas le pusieron unos canapés.
Las vísceras le resultaron entrañables al cirujano.
En el partido de fútbol de presidiarios, todos deseaban el puesto de defensa líbero.
Era un río con todas las comodidades incluida el agua corriente.
A su regreso del viaje espacial, el astronauta le regaló un anillo de Saturno a su prometida.
Desde que se pesó en dos básculas a la vez, pudo comer el doble.
Era un mentiroso increíble.
Escribía sobre papel negro para que nadie leyese sus obras.
Por las ventanas de las casas muy pobres… ¿se verá en blanco y negro?
¿Damos una vuelta? le dijo un aspa de un molino a otra.
Al fotomatón lo encausaron por múltiples asesinatos.
Esos palillos tenían muy poca cabeza.
Al escritor se le acabó la imaginación antes que la tinta.
Aquellas lesbianas comenzaron jugando al ajedrez y terminaron jugando a las damas.
Era de tan alta estirpe que no le daba importancia.
Tan aburrida fue la representación que a la hora de los aplausos el teatro se vino arriba.
En noches de luna nueva el firmamento se asemeja a un traje de faralaes enlutado.
El perro es el menos inteligente de los animales, como lo demuestra que sea el mejor amigo del hombre.
El palillo mató a la aceituna sin querer.
Los ajos son muy cabezones.
El óptico no veía nada claro su negocio.
El muy optimista se pensaba que lo era.
Era tan puritana que nunca tomaba merluza en salsa verde.
En las reuniones del partido liberal, jamás tenían orden del día.
Era un pavo real de ficción.
La jirafa se escondió detrás de una chimenea.
Texto: Eduardo Bueso (copyright). Prohibida su reproducción total o parcial.