Como ya anticipé a los lectores, recientemente he editado un libro que le di el nombre de “Juegos Palabrares”. Dada su limitada edición, prácticamente no poseo más ejemplares. Como han sido muchos los que no lo han podido conseguir, a expensas de que realice una segunda edición, cada semana subiré un capítulo a este magazine de Lugares con Estrella.
Aquí adjunto el capítulo 9 de un total de 11.
Espero que les resulte agradable su lectura.
Las puertas de los cementerios son enrejadas para dejar escapar las almas de los despistados.
Los sastres siempre viven pendientes de un hilo.
Pese a padecer insomnio, por las noches siempre se le dormía una pierna.
Lo que decía el cura iba a misa.
Las primeras nieves otoñales son los sudarios de las hojas caducas.
Se casaron dos telescopios. Tuvieron unos gemelos.
Los pisapapeles educados siempre están pidiendo perdón.
La cerradura de la puerta del Vaticano estaba un poco roma.
Los hijos del sepulturero, al llegar la noche, siempre jugaban alegremente con globos negros en la oscuridad.
El trapecista se casó con la internauta. Ambos estaban enganchados a la red.
El experto yudoca no sabía hacerse el nudo de la corbata.
El ganadero perdió.
La película fue muy interesante desde el principio hasta el film.
El objeto era de un valor incalculable de medio millón de euros.
El óptico regaló a su esposa un abrigo de visión.
En la orquesta de cámara, los músicos de violín y de violonchelo, tenían cuerda para rato.
El enfermo tenía un excelente estado anémico.
Al punki, del susto, se le pusieron los pelos lacios.
Los patos odian a las naranjas.
Los fantasmas de los hoteles en lugar de sábana usan albornoz.
Los corchos de las botellas de champagne fueron los ancestros de los ovnis.
¿Por qué los clientes de los estancos siempre tienen prisa?
Aladino tenía muy mal genio.
La aeronave se estrelló con total normalidad.
¿El queso huele a Francia, o es Francia la que huele a queso?
El cardiólogo tuvo una corazonada.
El político del PP jamás abría su PC.
En el tenis y en los restaurantes de lujo, el servicio es muy importante.
En Copenhague, las ambulancias y los bomberos llevan “sirenitas”.
La sal gorda, adelgazó.
La luna es el botón blanco del cuello de la camisa del smoking de la noche de gala.
El ávido e impaciente lector compraba la noche anterior el periódico del día siguiente.
Al astronauta se le salían los ojos de sus órbitas terrestres.
Los dueños de la imprenta no daban muy buena impresión a sus clientes.
El banquero no daba crédito a lo que veían sus ojos.
El pasado tiene poco futuro.
En la cárcel había varios presos del pánico.
La huelga de panaderos tuvo su miga.
La raíz del problema del bosque estaba en el subsuelo.
El vigía del barco se pasó la noche en vela.
El horizonte es el lugar exacto, desde donde los que nos ven, nos sitúan en el horizonte.
La azafata se enamoró del piloto automático.
El barco llegó a destino con una ola de retraso.
El otro día me vi por la calle.
La venta de armas se disparó.
Algo falla en la naturaleza cuando los tomates no tienen colesterol.
Las negociaciones del tratado de pesca resultaron espinosas.
Solicita lo que quieras. Te ofrecerán lo que no deseas.
Piensa lo justo. Los excesos producen depresión.
Apareció en el fondo de un pozo sin fondo.
Un banco recién pintado es una incitación a sentarse en él.
El fabricante de pasta se arruinó.
Curiosos no abstenerse.
El yudoca nunca daba su brazo a torcer.
El hambriento profesor de gramática se comía todos los acentos que podía.
¿Por qué se siente placer al romper las tarjetas de visita?
¿Por qué guardamos las tarjetas de visita innecesarias y rompemos las que más tarde necesitamos?
Texto: Eduardo Bueso (copyright). Prohibida su reproducción total o parcial.