En efecto. A finales del siglo XIX y primeros del XX, los viajeros gourmands (que ya los había… porque siempre han existido), precisaban de ayudas, a modo de guías, para moverse por las primitivas carreteras de Europa, a bordo de sus no menos primitivos vehículos.
Y donde hay una necesidad, surge la solución. Hoy no vamos más que a detallar, o más bien enumerar, las diferentes guías viajeras que comenzaron a proliferar fundamentalmente entre los años 1880 y 1920, obviando (le dedicaremos un capítulo aparate, tal y como se merece) la Michelin, que al fin y al cabo, ha resultado ser la más lista de todas, ya que lleva ciento diez años, con una salud de hierro. A dicha guía le dedicaremos próximamente un capítulo aparta, tal y como se merece. Y comentarles que otras empresas de neumáticos, también lanzaron sus guías a principios del S. XX.
La Satchel, fue una de las pioneras, destinada fundamentalmente a los turistas americanos que venían de vacaciones a Europa.
Otra guía muy atractiva es la realizada por William J. Loftie, autor de otros dos libros interesantes: In & Out de Londres y Memorias del Hotel Savoy. Disponemos de la cuarta edición, que data de 1880, dedicada a Londres y sus alrededores. Curiosamente todavía no se recomendaban ni hoteles, ni restaurantes, ya que era una guía histórica, arqueológica, arquitectónica y con notas pintorescas (sic). Abarcaba un círculo de 12 millas alrededor del centro de la capital británica.
Otras muchas se ceñían a zonas más concretas de territorio, como las Guides-Joanne, editadas por Hachette et Cie. De éstas poseemos un ejemplar de 1912 dedicado exclusivamente a los Pirineos. En ella se insertan anuncios no sólo de hoteles, sino de ciudades, como San Sebastián, de la cual se dice: “La más bella playa del mundo – Clima incomparable todo el año – El mar y la montaña reunidos – A 11 horas de París (Quai d´Orsay). Continuando con: Grandes tiradas de pichón (2 por año) – Corridas de Toros (las mejores de España) – Grandes regatas internacionales (las mejores del litoral) – Concursos hípicos – Golf – Tenis – Pesca – País espléndido”. Finaliza destacando “las virtudes de su Gran Casino (abierto todo el año), con las mismas atracciones que existen en la Riviera francesa: orquesta de 80 músicos, dos conciertos al día (clásicos y artísticos), festivales wagnerianos, representaciones teatrales, bailes, fiestas de noche, restaurante de primer orden…”
No podemos olvidarnos de mencionar otras cuatro guías que llevaron (y siguen llevando) mucha fama: Flammarion, Baedeker, Conty y Cook´s.
También se editaban sus propias guías las compañías navieras que transportaban a los viajeros de América hasta Europa, como la Lloyd (de Bremen), o por las primitivas sociedades que agrupaban los hoteles de algunas naciones, como Suiza. Prueba de ello es la editada en Basilea, por la Sociedad suiza de propietarios de hoteles. La que aquí traemos data de 1909, en su decimocuarta edición… nada menos.
Texto: Eduardo Bueso (copyright)