Detalle de la bodega «Las Moradas de San Martín». (Foto: Eduardo Bueso)
Recientemente tuvimos el placer de visitar una de las bodegas más distintas de las que a lo largo de mis treinta años de periodismo gastronómico (y enológico) he acudido: “Las Moradas de San Martín” situadas en un idílico paraje cercano a San Martín de Valdeiglesias (próximo a las provincias de Segovia y Ávila).
Botella de «Initio» (garnacha 100 %). Foto de archivo. (E. B.)
La Bodega Las Moradas de San Martín, se acoge a la DO Vinos de Madrid), pertenece al grupo Enate desde hace varios, pero el proyecto, nació a finales del siglo XX. Una de las características de Las Moradas es la garnacha (variedad que no elabora Enate en el Somontano); precisamente fue la “razón de ser” desde el principio de la bodega, ya que se fijó el objetivo de recuperar viñedos centenarios de esta variedad que se cultiva desde hace más de ocho siglos en esos pagos de la Sierra de Gredos, en los que se encuentra.
Isabel Galindo nos muestra un racimo de Albillo Real en los terrenos de «Las Moradas de San Martín». (Foto: E. B.)
Desde los comienzos, dirige este atractivo proyecto la enóloga Isabel Galindo, enamorada de su trabajo, de las garnachas y de los parajes de estas montañas de San Martín de Valdeiglesias. Esa ilusión con la que vive el día a día de su labor, la trasmite desde el primer instante y durante todo el tiempo que duró nuestra visita, en la que contamos con la presencia de Javier Sancerni, director general de la bodega y de Ana Gallego, directora de comunicación, marketing y enoturismo de Enate.
De izquierda a derecha: Javier Sancerni, Ana Gallego, Isabel Galindo y el periodista José Luis Solanilla. (Foto: E. B.)
Lo primero que nos sorprende es la ubicación de las viñas, situadas en pleno bosque, junto a pinos (con algunas diferencias, nos recordó el Pirineo), enhebros y carrascales.
Vides de «Las Moradas de San Martín». (Foto: E. B.)
Otra característica es que dada la altura a la que están situados los campos, nada más comenzar a pasear por sus caminos nos llegan aromas de hierbas mediterráneas, como pueden ser el tomillo, el romero… sobresaliendo la cantueso (de la familia de las lavándulas), planta sumamente balsámica (con cierta similitud a la lavanda), que embarga el ambiente y que dada su abundancia y potencia aromática se convirtió desde los inicios en el logo de la bodega.
Detalle otoñal en «Las Moradas de San Martín». (Foto: E. B.)
Los tintos (todos ellos de la variedad garnacha) poseen una mineralidad, profundidad y perfil de fresca acidez que los suelos de composición arenosa granítica otorgan a las uvas. Todo ello junto al silencio y las condiciones de clima y altitud en que llevan a cabo su crianza en la recogida sala de barricas de la bodega, marca la diferencia con otros vinos. La elaboración se realiza de forma netamente artesanal, de acuerdo a criterios de agricultura ecológica.
Garnacha. (Foto: E. B.)
Junto a estas parcelas, entremezclándose entre sí, nos encontramos con unas viñas (también) muy singulares y poco conocidas en otras regiones. Nos referimos a la albillo real, uva autóctona de la zona, que ofrece unos vinos, lógicamente, singulares, originales y de gran expresividad. Isabel Galindo pone todo su empeño (que es mucho) en recuperar la elaboración de un monovarietal muy delicado en cuanto a sus parámetros gustativos. Se trata del único vino blanco que se elabora en dicha bodega.
Botellas de «Albillo Real». (Foto: E. B.)
Tuvimos el honor de catar el primero de los mostos de la añada 2019, en pleno comienzo del proceso de crianza en barricas. He calificado de honor, pero debería de haber añadido de placer, y de sorpresa, ya que esas podrían ser las palabras apropiadas dada la calidad, intensidad y categoría de lo allí probado, que nos da una idea de lo que será una vez embotellado.
Zona de crianza. (Foto: E. B.)
Allí permanecerá hasta primeros de 2020, para que clarifique sin ningún tipo de proceso que no sea el natural.
Las Moradas de San Martín. (Foto: E. B.)
Otra singularidad que nos proporciona esta bodega del grupo Enate es su vinculación con el arte. En este caso, el ‘maridaje’ es con la literatura, que se plasma en la inclusión de fragmentos de relatos que destacados escritores crean exclusivamente para los vinos de Las Moradas. Lorenzo Silva, Marta Rivera de la Cruz, Ramón Acín, Óscar Sipán, Ángeles Caso, Luis Zueco o Luz Gabás son algunos de los artistas de la palabra que han llenado de cultura las etiquetas de los vinos de Las Moradas.
Fotos: Eduardo Bueso (copyright)
Isabel Galindo junto a una de las rocas que caracterizan al paraje donde está ubicada la bodega «Las Moradas de San Martín». (Foto: E. B.)