Como ya anticipé a los lectores, recientemente he editado un libro que le di el nombre de “Juegos Palabrares”. Dada su limitada edición, prácticamente no poseo más ejemplares. Como han sido muchos los que no lo han podido conseguir, a expensas de que realice una segunda edición, cada semana subiré un capítulo a este magazine de Lugares con Estrella.
Aquí adjunto el capítulo 6 de un total de 11.
Espero que les resulte agradable su lectura.
Las nieves perpetuas son las canas de los viejos inviernos.
Al ramo de flores lo estrangularon con el lazo de la cinta de adorno.
Los unicornios solamente han sido engañados una vez.
Era tan vegetariano que jamás comía carne de membrillo.
La luna aprovechó el momento del eclipse para llorar sin que nadie se apercibiera.
A los gatos lo que más les gusta de los ordenadores son los ratones.
El humilde camarero, en lugar de camisas de seda las llevaba de soda.
El payaso no paró de decir tonterías.
Los bastones andan encorvados.
Se examinó el Sr. Díez y le pusieron un cero.
En el asesinato del matemático, la policía no descartó ninguna hipotenusa.
Llamaron a un afamado cardiólogo para presidir la asociación de prensa de revistas del corazón.
Parecían punkis, pero eran extraterrestres.
Metió un gol, y no lo pudo sacar.
El espeleólogo sufrió una profunda depresión.
Algunos cofrades eran tontos de capirote.
Nada más estropearse el vino, al enólogo se le agrió el carácter.
El guarda forestal encontró en pleno bosque su árbol genealógico.
Me hubiese gustado que se hubiese ido, antes de que hubiese venido.
En Lyon se complicó todo.
Cayó la noche, rompiéndose una pierna.
Atacaron al cuartel policial fuertemente desarmados.
En aquel bar de tapas hasta el cactus tenía pinchos de tortilla de patata.
El portero automático solicitó a su comunidad un aumento de sueldo.
El sabio catedrático era tan feo que fue nombrado doctor “horroris causa”.
En el aeropuerto le extraviaron la maleta por un error de bulto.
El cura vivía como un párroco.
El ama de llaves ganó el campeonato de judo.
El famoso tenor venido a menos no cantaba ni las líneas de los bingos.
Al navajero, dada su experiencia, lo contrataron en la barbería.
La inauguración del rascacielos se celebró por todo lo alto.
Los miembros del sindicato de agricultores en lugar de meter la pata, metían la patata.
La mirilla de la puerta tenía la vista cansada.
El torero, como no estaba seguro de abandonar definitivamente su profesión, en lugar de cortarse la coleta decidió cortarse el pelo.
El bolígrafo falleció durante una transfusión de tinta.
Los espeleólogos siempre realizan turismo interior.
El plato que más le gustaba al banquero, era la pasta.
La distancia más corta entre dos puntos es el pensamiento.
Procura que tu médico sea anciano, al menos ha demostrado que ha sabido curarse.
Encontró trabajo como empleado del Inem.
Los policías ardían en deseos de conocer la identidad del pirómano.
Los pacifistas jamás comen paella de arroz “bomba”.
Dejad que las mariposas de la luz revoloteen alrededor de una farola; son mis confusos pensamientos nocturnos.
Hasta que falleció los médicos temían por su vida.
La hipotenusa se divorció de su esposo por cateto.
Logró dibujar un rectángulo de cinco lados, al que denominó pentágono.
Al hombre bala lo mataron de un tiro.
La novia del hombre bala era una mujer cañón.
El hombre bala donde ponía el ojo se ponía él.
La novia del gánster, en prueba de su amor, le disparaba sin cesar balas de carmín.
Texto: Eduardo Bueso (copyright). Prohibida su reproducción total o parcial.