Comedor del Hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid (Foto: Eduardo Bueso)
Según el dicho, París bien vale una misa. Madrid también… pero como estamos en una revista gastronómica, cambiaremos misa por mesa.
Este prólogo viene a cuento de que recientemente leí en un periódico, que los jueves ofrece (todos los jueves del otoño/invierno) el Hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid (a partir de ahora, en este artículo hotel Ritz a secas), un cocido (lógicamente madrileño).
Como vivo en Zaragoza… a una hora y quince minutos (en AVE) de la capital de España, se me ocurrió que en vez de ofrecerle a mi esposa por Navidad un regalo (a veces repetido), creí más original ofrecerle una comida en Madrid.
Y así fue: a las 10.30 salimos de la estación zaragozana de Las Delicias rumbo a la capital del Reino. A las 12 en punto ya estábamos tomando el sol por la Castellana.
Museo del Prado (Foto: E. B.)
Tras un breve paseo cerca del Retiro y del Museo del Prado (veinte minutos, sin prisas) llegamos al hotel Ritz.
Entrada al hotel (Foto: E. B.)
Nos recibió majestuoso, adornado con gusto exquisito para estas fiestas navideñas, tanto en el exterior, como en su hall y salones interiores, destacando un abeto de más de diez metros de alto.
Tomamos asiento en el salón de la cúpula, totalmente restaurado, como el resto del hotel… y qué mejor que disfrutar de unas copas de champagne.
A la hora de comer pasamos al comedor, para ser atendidos por unos empleados, maître y camareros con una gran amabilidad.
Pero vayamos a lo importante: el cocido. Completo, no… completísimo y sin poder “criticar”, en el buen sentido, de ninguno de sus componentes ni de sus hechuras, desde la delicada sopa a sus garbanzos diminutos (pedrosillanos) y a todo el compango que le acompañó, sin olvidar sus salsas.
Todo ello servido en una preciosa vajilla y una sopera de plata y los consabidos cubiertos del mismo metal.
Otra grata sorpresa fue la de encontrarnos con Gemma Vela, veterana (aunque joven) sumiller de ese hotel y compañera (hace años) de la Guía Gourmetour, así como del panel de cata del Grupo Gourmets. Seguimos su sabio consejo degustando un vino de la Denominación de Origen Vinos de Madrid. Se trató de un Tejoneras 2014, equilibrado y en su punto óptimo para tener diez años. Un acierto, que agradecimos a Gemma.
Pastel de turrón de praliné recubierto con chocolate suizo (Foto: E. B.)
Llegó la hora del postre: torrija con helado de vainilla y un (gran) pastel de turrón de praliné recubierto con chocolate suizo… una maravilla.
Antes de volver camino a la cercana estación de Atocha (el AVE salía a las 5), aún nos dio tiempo de tomarnos un gin-tonic gentileza del hotel.
Camino hacia la Estación de Atocha, frente al Palace Hotel (Foto: E. B.)
El resto del viaje ya no tenía importancia: tomar el tren, para un poco más tarde (menos de dos horas) encontrarnos en nuestra casa de Zaragoza, recordando este precioso y gastronómico miniviaje que recomiendo con sinceridad. Un capricho factible previo a las Fiestas de Navidad… o también en cualquier jueves, del resto de este invierno recién estrenado.
Texto y fotos: Eduardo Bueso (copyright)
Cúpula del Hotel Ritz de Madrid (Foto: E. B.)