Como ya anticipé a los lectores, recientemente he editado un libro que le di el nombre de “Juegos Palabrares”. Dada su limitada edición, prácticamente no poseo más ejemplares. Como han sido muchos los que no lo han podido conseguir, a expensas de que realice una segunda edición, cada semana subiré un capítulo a este magazine de Lugares con Estrella.
Aquí adjunto el Capítulo 2 de un total de 11.
Espero que les resulte agradable su lectura.
CAPÍTULO 2 – FRASES 1 – 50
Intentó alcanzar la luna subiendo por una escalera sin peldaños.
Se miró en el espejo para no reconocerse.
Se comportaba de una forma tan estúpida que a veces daba la impresión de ser un genio.
La luna siempre duerme sobre el mar.
La beata sólo miraba los santos de las revistas.
En el funeral del Rey le pusieron varias coronas.
Encendió la luz para que no le cegara con su belleza interior.
Lo escribió a fuego para poderlo borrar.
Era un burro muy listo que portaba a un hombre muy tonto.
Siempre se reía de sí mismo hasta que se apercibió.
¿Cuántos cosmos se esconden detrás del cosmos para no alarmarnos más?
Un cometa desenchufó sin querer el cable de la luz de la luna al pasar cerca de ella.
Nunca te olvidaremos… ¿A quién?
Sombras de colores.
Rezad, rezad, benditos.
El dulce murmullo de la soledad.
Nada bueno bajo el sol.
El otorrino enmudeció.
El pollo no dijo ni pío.
El hematólogo tenía la sangre de horchata.
Un cometa se casó con una cometa.
El payaso hizo el ridículo.
Los fallecidos se lo agradecieron eternamente.
No se preocupe doctor.
El móvil del crimen fue un Samsung.
De pequeño sabía cantar hasta diez.
Fueron invencibles hasta que se armaron.
Me da igual, pero no me da lo mismo.
Al poco rato de abrir el paraguas se puso a llover.
¡Esto es una locura¡ Dijo el director del manicomio.
San Antonio se durmió como un bendito.
Pasaron varias horas sin su autorización.
Contreras se enteró de todo.
El tiovivo falleció.
Dulce sal.
Sin comerlo ni beberlo, terminó la dieta.
El cocodrilo se quedó sin lágrimas.
Ojeo libros, leo revistas.
El humanoide era una excelente persona.
La retama lloró amargamente.
Era tan tacaño que no daba ni una en el clavo.
Reservado el derecho de admisión a mí.
El tiro de gracia no le hizo ninguna gracia.
Unos segundos antes de tropezar, se cayó.
El peine, escasamente tenía una púa.
La almendra salada, bailaba muy graciosa.
La avellana, a su vejez, se convirtió en esdrújula.
Las aceitunas lloran aceite.
En El Cairo todo era barato.
Era un viajero cansable.
Identificaron al «ovni” antes de despegar.
Su alma estaba fuera de sí.
Texto: Eduardo Bueso (copyright). Prohibida su reproducción total o parcial.